Esta semana ha sido muy especial. Mi amada Laura y yo regresamos de una aventura de 19 días por España e Italia, nuestras primeras vacaciones en mucho tiempo. Pasamos tiempos espectaculares con personas maravillosas. Los encuentros han sido bendiciones, los antiguos (con venerables santos) y los nuevos (como el encuentro con TeSs). ¡Qué dicha! Cinco días en la Asís de Francisco y Clara impregnan un sello de ventura. ¡Pasear con Laura es una delicia!
También en esta semana cumplí mi primer año de estadía en Nueva York. Esta ciudad es como un cofre con capacidad insaciable de sorprenderme y fascinarme. Es un lugar ideal para practicar caminatas personales de oración. Hacer caminos al andar por las calles de Uptown, Midtown, Downtown, los Villages, Soho, Chelsea, Chinatown, Harlem, Bronx, Brooklyn y Queens; vibrar con Agua Clara en la estación de Times Square mientras suenan música andina; contemplar unos juglares en Washington Square o a unos chicos de break dance en una esquina cualquiera… Ha sido un año de asombros, descubrimientos y aprendizajes, que he dedicado a hacer familia, a seguir anunciando buenas noticias como diversionero y prestirrelator, a escribir microrrelatos y a evocar a las personas queridas de la República Dominicana en donde viví por tantos años.
Y hoy es 11 de septiembre. Hace ocho años del atentado. Iré a Ground Zero a hacer memoria y oración. En la noche volverán a realizar la sentida ceremonia de orar por la paz frente al Hudson. De nuevo, budistas, shintoístas, hindúes, islámicos y cristianos depositarán linternas llenas de luz y esperanza en las aguas del río para recordarnos que el ser humano es “capaz de paz”. Y yo iré a compartir un retiro espiritual con mi Comunidad Siervos de Cristo Vivo, en donde oraremos con espíritu franciscano: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”.