viernes, 2 de mayo de 2008

Revalorando las cosas sencillas: revalorando la vida sencilla

Nos topamos con ella a diario, muchas veces sin percatarnos de su importancia. A menudo es despreciada. La usamos. La tiramos. Nos olvidamos de ella. La próxima vez que visites un establecimiento de “fast food”, te fijarás en lo tanto que es solicitada… y lo poco que es valorada. Me refiero a la servilleta de papel. Sobre ella dibujamos garabatos aburridos (y hasta divertidos), la estrujamos, la convertimos en basura. Hemos perdido la cuenta de las veces que hemos usado la servilleta. Sólo Dios sabe cuántas toneladas de servilletas hemos botado al cesto en los últimos años. Sólo Dios conoce cuántas veces hemos escrito sobre servilletas de papel: direcciones de amigos, poemas de amor, cálculos de negocios, mensajes urgentes…
Este libro de José Rafael Sosa es un homenaje a la belleza de la sencillez, representada en la servilleta de papel. Nos recuerda que a partir de lo simple podemos recrear la vida. Generar flores con servilletas de papel es una parábola de la vida misma. Cuando algo es depreciado, ¿será que no lo miramos en su justo valor? Así suele suceder con las personas: los prejuicios hacen que muchas sean despreciadas, olvidadas, no valoradas. En la vida espiritual es diferente: se ve con miradas diferentes, con ojos lúdicos, de niño, de clown, de origamista.
“La mirada de Dios no es como la mirada del hombre: el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón”, así dice la Biblia en el Primer Libro de Samuel. Y el místico y poeta san Juan de la Cruz apuntaba: “El mirar de Dios es amar”.
Dios siempre se muestra simple a los simples. Simplicidad: sim-ple, sim-plex (sin pliegues o pocos pliegues). Sim-plus (sin más): una sola pieza, sin mezcla. (¿Hay algo más allá de ser simple?).
Se dice que un bien es mayor en cuanto más universal sea. El origami es un bien universal. Hablar de origami caribeño es decir que en esta parte del planeta, el origami ya está haciendo mucho bien. ¿Y cuál es ese bien? Siempre he valorado el origami como un arte de la paz. Hoy lo celebro como el arte de la simplicidad. La sencillez hace mucho bien.
Cuando aprendamos a lo simple no complicar, y a lo complicado simplificar, estaremos siendo constructores de la paz.
Con esta publicación, José Rafael ha acertado de nuevo. Es otro estímulo para vivir, para compartir en el amor y la amistad, para hacer de la Tierra un hogar más fraterno.
Recuerdo hace años, cuando Tío José y yo nos reuníamos en la Biblioteca Nacional para practicar origami. Las figuras que realizábamos eran regaladas a distintas personas del lugar. Es que la nobleza de unos papeles que se dejan doblar nos impulsa a dar el salto de ser personas solitarias a ser personas solidarias: Haciendo origami, seremos seres humanos aspirando a ser más humanos, seremos ex-niños aspirando a ser más niños.
Este libro no es sólo para aprender a crear flores con servilletas… no es sólo para iniciarse en el arte del origami caribeño, sino que es una ayuda para revalorar las cosas sencillas. Así revaloraremos la vida sencilla. Y valoraremos a las personas por lo que son: creaciones muy amadas por Dios, el Origamista principal.
Así sea.

Yuan
Diversionero

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