viernes, 17 de junio de 2011

El Espíritu sigue llevándonos sobre sus alas y también bajo su sombra. Después de tantos siglos, Pentecostés sigue actualizándose, sorprendiéndonos y prendiéndonos. Fui a Hermosillo, México, a compartir Pentecostés con una comunidad sedienta de Dios. ¡Y cuánto bebimos! El viento huracanado continúa viniendo del cielo, de repente, abriendo ventanas y puertas. Qué bueno que el Espíritu viene como ciclón y no como aire acondicionado... En Hermosillo nos dimos cuenta de que hay diferencias entre el huracán y el aire acondicionado. El último día, con los más jóvenes, la experiencia fue rejuvenecedora para mí. Ahora voy a montarme en un tren: en Brooklyn me espera otra sorpresa de la llama de amor viva.

1 comentario:

cinthya rios dijo...

GLORIA A DIOS por eso :)