Ni videncias ni evidencias

Dios:

No necesito videncias

para reclamar una audiencia

confirmando tu presencia;

tampoco evidencias

para reclamar un veredicto

refutando tu ausencia.

Mi vivencia contigo

conserva su vigencia

y es suficiente edicto

para comprobar que mi escogencia

no fue por experiencia

ni por apariencia

ni por coincidencia

ni por la exigencia

de la permanencia

del Camino

ni por la injerencia

de la urgencia

de testigos

frente a la violencia,

sino por la pura emergencia

de la conciencia

del amor de Cristo.

Amén

se-los-unos-a-los-otros.

Hoy viajo a Texas. Me han invitado para compartir un curso sobre formación de evangelizadores en el anuncio kerygmático. Estaré con los inmigrantes mexicanos de El Paso hasta el lunes 29. El Espíritu Creativo me esperará allá, también viajará conmigo, además se quedará acá y permanecerá contigo. ¡La omnipresencia es un ingenioso arte divino!

A Dios

Dios:

No oro para darte más gloria:
¿cómo sumarte gloria con arte,

si ya moras en tu gloria suprema?
No oro para un favor rogarte:
no está mi ansia en mi lengua
cuando ya la conoces entera.
No oro para un perdón robarte:
ya anulaste mi insaldable deuda
hace veintiuna centurias.
No oro por que cambies el curso de la historia:
lo que la plegaria cambia

es el corazón
del intercesor.

Soy orante
porque te necesito,

como el “inorgánico”,

a su donante.

Soy orante

porque te preciso,

como los amantes,

del aliento.

Soy orante,
ineficaz en manipularte
con mi palabra impotente.

Con tu Palabra omnipotente
te has habitado en mí,
y me he habituado a ti,
tanto
que cuando me alejo,
hasta mi carne

siente tu vacante.

Sigo orando:
si no lo hago
soy al revés de
o-r-a-r:
r-a-r-o.

Aunque yo sea raro
por no acudir a tu cita,
tú sigues siendo Dios.
Esto es lo que me fascina:
que eres Dios
aunque yo no diga
que eres Dios;
que sigues siendo Dios
aunque yo te diga
adiós.

Amén
se-los-unos-a-los-otros.

Ayer, 11 de septiembre, estuve orando por la llamada Zona Cero, en Nueva York, en una celebración ecuménica por la paz. Siete años después, Nueva York re-cuerda. Pro-pongo enfrentar el terror de cualquier tipo con la ternura. Ternurismo versus terrorismo.

En la noche asistí con mi amada a la ceremonia de enviar lámparas de papel al río Hudson, con mensajes de paz. Se congregaron juntos para orar: musulmanes, hindúes, sikhs, haitianos, shintoístas japoneses, budistas y cristianos de distintas denominaciones.

Hay que re-cor-dar (volver a dar el corazón).

Rascatierra

Dios:

Re-corro Manhattan
ojeando la altitud
de los rascacielos.
¿Será que sus maestros

de diseño,
sin saberlo,
pretendían alcanzarte?
¿Será que su actitud
tendía a cansarte?
Me hago pequeño
para ser alcanzado por ti,
mi rascatierra.
Contigo aprendo a ser
rascahermano,
rascahumano,
rasca-Dios.

Rascándote te hago cosquillas
y arresto tus risas
detrás de mis costillas.
Así, con tu sonrisa,
camino en la tierra
a ras del cielo.
Con mi rastro en la tierra
arrastro el cielo.
¿O con tu rostro en el cielo
arrostras la tierra?
¿O con mi rastro en el cielo
arrastramos juntos la tierra
hacia ti?

Amén
se-los-unos-a-los-otros.

Es-que-mas

Dios:

Mi alma queda en desorden,
en sombras asombradas,
en luces deslumbradas,
apabullada,
aturdida,
pasmada,
atolondrada,
ofuscada,
embobada…

Es-que-maravilla tu cumbre empinada.
Es-que-mantienes tu palabra empeñada.
Es-que-maniobras tu espada empuñada.
Es-que-mareas mi imagen empañada.
Es-que-masticas mi amor de empanada.
Es-que-más y más queda anonadada,
mi alma

en pañales...

Rompes
todos

mis
es-que-mas:
es-que-amas
más
allá
de todo molde.
¡Bienaventurado desorden!

Amén
se-los-unos-a-los-otros.

Queherida

Dios:

Flechada por tu saeta,
mi alma está herida.
Me ad-hiero a la maestra,
que es tu llaga queherida.
Fugarme de mis heridas,
fugaces estrellas.
Refugiarme en tu herida,
fogones destellas.

¡Foguearme!

Amén

se-los-unos-a-los-otros.

Amor-miga

Dios:

Para tus pupilas

no pasa desapercibida

una hormiga

negra

debajo de una piedra

negra

en una noche muy negra.

¿Agrandarme?

¡No!

¿Agradarte?
¡Sí!

Agradecida,

mi alma queda

en tus pupilas

con su pequeña

pobreza

de hormiga.

Amén

se-los-unos-a-los otros.